jueves, 19 de diciembre de 2013

Un par de pesadillas.

Estoy perdida, como siempre. Estoy en un lugar desierto, oscuro, desolador; solo puedo vislumbrar muerte y destrucción, una masacre, todos conocidos. Me despierto. Sudo, me pasa lo de siempre, las lágrimas están ahí pero no quieren salir. Todos estaban muertos, desangrados, cortes en las muñecas seguían manando sangre, uno en el cuello me había quitado cualquier posibilidad de salvarlos, de salvarme junto a ellos. Solo quedaba yo, sin poder llorar, sola, paralizada por el miedo, conmocionada. Espera, se mueven, es Alex el que se mueve. Sigue sangrando, demasiado como para poder seguir vivo. Me ¿habla? Está moviendo la boca, susurrando, debo acercarme si quiero saber lo que me esta diciendo. Empiezo a caminar entre el gran tumulto de cadáveres, me vuelvo a parar, Josh también se mueve, y Carla, y Mike y... todos. Todos mueven la boca, lo que antes era un susurro ahora son gritos que nada ni nadie puede acallar, 'Confiamos en ti y no nos has salvado'. Lo repiten una y otra vez, no sé en que momento empiezo a repetirlo yo también. No los he salvado.
Vivo en una pesadilla continua, es cerrar los ojos y verlos, sin obtener un atisbo de vida entre tanta sangre, con ojos mirándome, mirando al vacío, sin mirar pues en ellos no queda nada, están muertos.

Cierro los ojos por inercia, me pierdo, no sé donde estoy. Logro distinguir entre tanta oscuridad la silueta de una escalera, me dirijo hacía ella, me caigo. Algo me agarra la pierna, me intenta arrastrar hacía el otro extremo de la habitación, esta oscuro, muy oscuro. De mi agresora solo logro distinguir su sonrisa macabra, que más que una sonrisa es una mueca, y sus ojos, sus brillantes ojos verdes. Mi pierna libre consigue acertar en una de mis numerosas patadas y le logro dar un buen golpe en la cara, me duele. Estoy sangrando por la nariz, se me ha partido, no sé como pero no hay tiempo para pensarlo. Me levanto como puedo y corro hacía las escaleras, subo lo más rápido que puedo hasta que me doy cuenta de que no me sigue, está parada justo donde le di el golpe, de pie, mirándome, ahora sí está sonriendo de verdad, me asusta.
Oigo un ruido, me giro, proviene de la segunda habitación a la derecha. Doy un paso y ya no se oye nada, me paro, y vuelve a sonar. Ahora suena más fuerte, mucho más fuerte. Es un llanto de un bebé. Pienso en mi hermana, Luna, aterrada, desatendida, sola entre tanta oscuridad, no lo pienso más y corro hacía allí. Abro la puerta y me encuentro ante una gran habitación, tiene dos ventanales abiertos de par en par, por los cuales entra la gran masa de niebla que hay en el cuarto. El cuarto estaría completamente vacío si no fuese por esa... por esa cuna. El miedo se apodera de mi, corro, no miro donde piso ni si hay más peligros a mi alrededor, solo corro hacía mi hermana. Me paro a cinco metros de la cuna. Es ella. Es ella pero no lo es, tiene el aspecto de mi hermana pero los ojos... tiene los ojos completamente negros. No puedo evitar gritar, gritar hasta quedarme sin aire, hasta no poder más. Mi hermana, esa cosa no puede ser mi hermana. Me atrevo a acercarme, estoy apoyada en la cuna y la veo. No respira, este monstruo no respira. No lo entiendo, hace dos escasos minutos estaba llorando, tiene que estar viva. Me derrumbo. Solo puedo oír el eco de una risa macabra y un llanto ahogado mientras todo se funde a negro. 

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