domingo, 13 de enero de 2013

Me sienta bien ser la otra.

El problema es que me tiene loca, sé que no me quiere, que solo es un juego donde la que más va  a perder soy yo. Pero es que me encanta. Me encanta su sonrisa, me encanta la facilidad con la que me hace reír. Adoro cuando se pone serio, o cuando frunce el ceño, o su cara de cachorrito. Me encanta como hace el payaso, o cuando me pone corazones por cam. Me enamoran sus te quiero, y como a las 7 de la mañana me envía un 'Buenos días princesa, ¿qué tal has dormido?' Es que... es perfecto, tan perfecto que puede permitirse tener otra novia. Bueno, en realidad, yo soy la otra. 

Con cada te amo suyo se despierta una pizca de ilusión en mi corazón, y un puñetazo para mi estomago. Su sonrisa me mata. ¿Como no enamorarse de él? Es perfecto, es mono, romántico, divertido...
Hablando con él me resulta imposible que este con otra, pero es la realidad. Estoy enamorada de su sonrisa, de su forma de ser, de la forma en la que muerde los cascos.
Es su forma de reírse, como entrecierra los ojos y enseña su sonrisa perfecta. Con él, veo detalles de las personas en los que nunca me había fijado, por ejemplo, su forma de reírse  su cara de concentración y como habré ligeramente la boca cuando lo hace, o como frunce el ceño cuando hay algo que no entiende, me encanta todo de él. Y es que por encantarme, me encanta hasta la forma de mentirme. 

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