Un 'muchas gracias' nunca esta de mal, es necesario y reconfortante. Y un 'perdón' te hace sentir en paz, te quita un peso de encima, o eso al menos me pasa a mi, así que, JC, llego algo tarde pero, muchas gracias y perdón.
Perdón por lo que he hecho mal, por las peleas que teníamos por mi poca madurez y por mi orgullo que impedía una reconciliación. Perdón por a pesar de tus quejas la confianza depositada en ti, que nunca era suficiente, y siento todos esos comentarios que nunca debí hacer.
Perdón por cada segundo que te hice sentir mal, o enfadado, o incomodo, perdón por esos momentos que no recuerdas con felicidad, siento cada minuto que no te dirigía la palabra, por comportarme numerosas veces como una autentica niña pequeña y por mi orgullo, que no fueron pocos.
Perdóname por quedarme dormida esas noches que te hacía trasnochar en vano, por enfadarme cuando no tenía la razón. Siento aparecer y desaparecer sin tener las ideas claras. Perdón por esos cambios de tema cuando no me interesaba lo que hablabas, o no quería contestarte, perdóname por no regalarte nada en navidades, y por tardar 5 días en darte este insignificante regalo. Perdón por... todo.
Muchas gracias, no sabes la infinidad de cosas que te tengo que agradecer, ¿sabes? Agradezco tu mera presencia en esos meses algo duros.
Gracias a ti empece a pensar de manera diferente, a mostrar mis pensamientos y a apasionarme debatir sobre política o cualquier tema en general.
Tú estuviste en mis días más oscuros, estabas allí cuando nadie estuvo, y lo agradezco, de veras. Eres especial. Me subías la autoestima y me ayudabas en lo que podías y más, me dabas consejos pero respetabas mis decisiones. Y aunque te jodía que no confiara plenamente en ti, seguiste ahí, y te lo agradezco.
Eres sincero, dices lo que piensas aunque no agrade, y eso era lo que buscaba, algo verdadero, pero no eterno. Gracias por perder el tiempo conmigo todas esas tardes, por escuchar mis críticas sobre la política aunque tu pensases diferente. Gracias por conectarte todas las tardes para hablar conmigo, aunque poco te aportaba. Gracias por no ofenderte por insultos -que van a peor, por cierto- sobre los policías, aunque los tuyos los fueron. Gracias por no hablarme cuando me enfadaba, eso me hacía tragarme el orgullo, intentar arreglar algo que me importaba. Gracias por perdonarme y darme otra oportunidad cada vez que después de mandarte a la mierda volvía arrepentida, tú has estado ahí, gracias.
Gracias por no dejarme a la intemperie ya sea por pura pena o por que me querías, pero no me abandonaste, y eso es lo que me importa.
JC, eres el mejor, chico, no dejes que nadie te diga lo contrarío, ni si siquiera te permito que tú lo niegues.
Feliz 18 cumpleaños, disfruta de tu mayoría de edad, y has lo que debes hacer ahora, estudiar lo necesario, divertirte sin límites, y ser feliz, que te lo mereces, y recuerda, te quiero.
lunes, 26 de noviembre de 2012
domingo, 18 de noviembre de 2012
Continuando con el arrepentimiento.
¿Qué decir cuando no me salen las palabras? ¿Quizás un 'lo siento? Eso estaría bien, pero... ¿a quién? El por qué lo tengo, he hecho numerosas cagadas con la mayoría de las personas, y de la mayoría me arrepiento, de otras, no.
Pensando, la he cagado con mucha gente, y muchos la han jodido conmigo, pero mayormente con mi ayuda.
La cague con mis exs, con mis mejores amigos, y con muchas amigas, la cague con mis familiares, la he cagado con todos lo que me han llegado a importar. He deseado un millón de veces haberme callado en ese momento, quiero tener una maquina del tiempo o algún super poder para volver atrás pero no lo tengo, y lo sé, y la vuelvo a joder, y luego, me vuelvo a arrepentir. Quizás es que este destinada a vivir así, con el arrepentimiento a mi espalda.
El arrepentimiento es un constante recordatorio de todo lo que he hecho mal, y no puedo cambiar. Voy a dejar lo del perdón para otro día, ya que una disculpa ayuda, sí, pero no te hace olvidar lo ocurrido, y yo, lo que quiero es olvidar.
Pero con el tiempo he aprendido que no se puede tener todo lo que se quiere.
Pensando, la he cagado con mucha gente, y muchos la han jodido conmigo, pero mayormente con mi ayuda.
La cague con mis exs, con mis mejores amigos, y con muchas amigas, la cague con mis familiares, la he cagado con todos lo que me han llegado a importar. He deseado un millón de veces haberme callado en ese momento, quiero tener una maquina del tiempo o algún super poder para volver atrás pero no lo tengo, y lo sé, y la vuelvo a joder, y luego, me vuelvo a arrepentir. Quizás es que este destinada a vivir así, con el arrepentimiento a mi espalda.
El arrepentimiento es un constante recordatorio de todo lo que he hecho mal, y no puedo cambiar. Voy a dejar lo del perdón para otro día, ya que una disculpa ayuda, sí, pero no te hace olvidar lo ocurrido, y yo, lo que quiero es olvidar.
Pero con el tiempo he aprendido que no se puede tener todo lo que se quiere.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Un buen sueño.
Y
ahí estaba otra vez, ese maldito reloj, odiaba todo de él. Odiaba su color
marrón fuerte, sus números romanos que marcaban cada segundo que pasaba, odiaba
la forma en la que sonaba cada seis horas, odiaba todo, absolutamente todo de
él. Incluido a su dueña.
La señora Jhoson, mi vecina, era la dueña de ese maldito reloj, y decidió ponerlo en la única habitación en la que compartimos pared, justo en la pared donde esta mi cama.
Estaba harto de ese reloj, no podía dormir una noche completa, me estaba afectando.
Eran las 10 de la noche y me moría de sueño. Sabía que me iba a despertar dentro de solo 2 horas, pero al menos podría descansa un poco.
Me desperté, serían casi las 6 de la madrugada. Me he despertado solo, sin ningún ruido causado por cierto reloj. Me entusiasmo la idea de dormir siempre así, sin alteraciones en el sueño y poder despertarme cuando a mi me diese la gana. Y de repente se me ocurrió una idea, no era la primera vez que lo pensaba, pero, si era la primera en la que estaba tan entusiasmado.
¿Y si entro en la casa y robo el reloj, y lo destruyo?
Después de unos escasos 5 minutos lo decidí, iba a hacer justamente eso.
Me vestí con la ropa más oscura que tenía y me dirijo a la casa de al lado. Con suerte ha dejado otra vez la puerta abierta para que el fiestero de su hijo no tuviese que tocar. Y así era. Todo estaba oscuro, muy oscuro, no sabía donde pisaba, solo quería no hacer ruido. Y lo estaba consiguiendo, hasta que algo me delato.
Le di con la pierna a una figura de cristal que se rompió, haciendo demasiado ruido como pasar desapercibido.
Pude oír como desde el cuarto de la Señora Jhonson ella mismo gritaba un ‘’ ¿Quién anda ahí?’’
En su voz podía notar el miedo y la ansiedad, no puedo decir que no me gustaba esa situación, se lo tenía merecido. Ella se levanto, con miedo. Llevaba puesta una bata de flores con unas zapatillas moradas de andar por casa. Su cara fue épica cuando me vio, la mía debió de ser la misma cuando oí a la policía decir que ya estaba en camino.
Corrí, busque la habitación donde estaba el reloj, y después de entrar en 2 habitaciones distintas la encontré. La habitación estaba llena de trastos. Había un viejo sillón, una mesa apoyada en la pared, varios muebles y figuras y por último, en una esquina, apoyado en la pared, ese maldito reloj.
La señora Jhonson se acercaba, estaba gritando que me fuese, que había llamado a la policía y que tenía un cuchillo en la mano, pero no me importaba. Tenía una especie de obsesión, quería acabar con ese reloj por encima de cualquier cosa, pero lo faltaba tiempo.
Oía las sirenas, estaban cercas, quizás a solamente una calle de distancia. Atravesé el cuarto y cogí el reloj y salí corriendo. Mientras salía pude ver llegar a la policía.
Eche a correr, pero la policía me siguió, estaba en un puente, y tire el reloj hacía el agua, por fin me había desecho de él. La policía todavía me seguía y estaban cerca muy, muy cerca. Gire y me metí en ese callejón oscuro.
Parecía que me había librado, pero, de repente lo oí, un sonido estruendoso que en ningún lugar podría pasar desapercibido. Entonces, prestando atención, supe que volvían a ser las doce de la noche gracias al maldito reloj, y que todo eso, solo había sido un sueño, un maravilloso sueño.
Cuento para Lengua.
La señora Jhoson, mi vecina, era la dueña de ese maldito reloj, y decidió ponerlo en la única habitación en la que compartimos pared, justo en la pared donde esta mi cama.
Estaba harto de ese reloj, no podía dormir una noche completa, me estaba afectando.
Eran las 10 de la noche y me moría de sueño. Sabía que me iba a despertar dentro de solo 2 horas, pero al menos podría descansa un poco.
Me desperté, serían casi las 6 de la madrugada. Me he despertado solo, sin ningún ruido causado por cierto reloj. Me entusiasmo la idea de dormir siempre así, sin alteraciones en el sueño y poder despertarme cuando a mi me diese la gana. Y de repente se me ocurrió una idea, no era la primera vez que lo pensaba, pero, si era la primera en la que estaba tan entusiasmado.
¿Y si entro en la casa y robo el reloj, y lo destruyo?
Después de unos escasos 5 minutos lo decidí, iba a hacer justamente eso.
Me vestí con la ropa más oscura que tenía y me dirijo a la casa de al lado. Con suerte ha dejado otra vez la puerta abierta para que el fiestero de su hijo no tuviese que tocar. Y así era. Todo estaba oscuro, muy oscuro, no sabía donde pisaba, solo quería no hacer ruido. Y lo estaba consiguiendo, hasta que algo me delato.
Le di con la pierna a una figura de cristal que se rompió, haciendo demasiado ruido como pasar desapercibido.
Pude oír como desde el cuarto de la Señora Jhonson ella mismo gritaba un ‘’ ¿Quién anda ahí?’’
En su voz podía notar el miedo y la ansiedad, no puedo decir que no me gustaba esa situación, se lo tenía merecido. Ella se levanto, con miedo. Llevaba puesta una bata de flores con unas zapatillas moradas de andar por casa. Su cara fue épica cuando me vio, la mía debió de ser la misma cuando oí a la policía decir que ya estaba en camino.
Corrí, busque la habitación donde estaba el reloj, y después de entrar en 2 habitaciones distintas la encontré. La habitación estaba llena de trastos. Había un viejo sillón, una mesa apoyada en la pared, varios muebles y figuras y por último, en una esquina, apoyado en la pared, ese maldito reloj.
La señora Jhonson se acercaba, estaba gritando que me fuese, que había llamado a la policía y que tenía un cuchillo en la mano, pero no me importaba. Tenía una especie de obsesión, quería acabar con ese reloj por encima de cualquier cosa, pero lo faltaba tiempo.
Oía las sirenas, estaban cercas, quizás a solamente una calle de distancia. Atravesé el cuarto y cogí el reloj y salí corriendo. Mientras salía pude ver llegar a la policía.
Eche a correr, pero la policía me siguió, estaba en un puente, y tire el reloj hacía el agua, por fin me había desecho de él. La policía todavía me seguía y estaban cerca muy, muy cerca. Gire y me metí en ese callejón oscuro.
Parecía que me había librado, pero, de repente lo oí, un sonido estruendoso que en ningún lugar podría pasar desapercibido. Entonces, prestando atención, supe que volvían a ser las doce de la noche gracias al maldito reloj, y que todo eso, solo había sido un sueño, un maravilloso sueño.
Cuento para Lengua.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)